Volví después de 6 años de ausencia para encontrarme con un país en mejores condiciones que la última vez que lo vi, pero que no le llega ni a los talones a la Venezuela que dejé en 2009, cuando emigré a Canadá.
Les explico:
Llegué de noche, un sábado 18 de diciembre, a un aeropuerto prácticamente vacío. El Aeropuerto Internacional de Maiquetía, que antes veía mucho tráfico aéreo y miles de pasajeros que venían a Venezuela diariamente desde numerosos destinos internacionales y otros miles que salían a un número similar de destinos, hoy parece un pequeño aeropuerto con mínima afluencia de vuelos y por ende, de pasajeros.
Al subir hacia Caracas, noté una ciudad oscura, no sólo porque muchas de las luces de la autopista ya no funcionan, sino también debido a que muchos apartamentos de los edificios que antes eran en sí mismos fuentes de iluminación, ahora se encontraban apagados, imagino que abandonados y solos.
Una vez de día al salir a caminar por el área donde vivo, pude confirmar la teoría que había formulado la noche anterior: la ciudad, al menos el sureste, está abandonada. Vi muchas casas en estado de deterioro y abandono, vi varias casas con candados en sus rejas. A veces sentía que estaba en una película de esas en las que hay que evacuar la ciudad por algún desastre natural… solo que aquí el desastre tiene nombre: socialismo del siglo XXI.
Di un pequeño paseo por un centro comercial a menos de 3km de mi casa. Impactante la cantidad de comercios cerrados, pero no hablo de cerrados temporalmente, sino clausurados. Tanto ha cambiado que antes, era super difícil encontrar puesto en el estacionamiento, y ahora ni siquiera hay acceso al sótano porque no hay suficiente afluencia de vehículos.
Entonces aquí convergen los dos últimos puntos: todas estas casas y comercios vacíos representan gente que trabajó para poder tener una casa, que se esforzó y logró abrir un negocio en un centro comercial, y que tuvieron que tomar la dura decisión de dejarlo todo atrás y recomenzar fuera de su tierra…
Luego fui al supermercado. Un supermercado con muy pocos clientes, con precios en dólares americanos y abastecidos. La última vez que vine a Venezuela fue lo contrario lo que me había dejado un mal sabor en la boca: la escasez y los anaqueles vacíos. Hoy es todo lo contrario, hay de todo, pero todo muy caro. La pregunta que me hacía es, ¿quién puede comprar estas cosas? Venezuela es un país con precios de Miami y un salario de Haití. Mi familia, y muchas otras familias al igual, tienen acceso a dólares bien sea por inversiones pasadas o porque tienen familiares que forman parte de la diáspora venezolana, pero y el resto de los venezolanos qué?
Luego vi la cola para echar gasolina… inaudita! Un país productor de petróleo que tenga semejante escasez de combustible. Resulta que hay dos maneras de adquirir la gasolina: a precio dolarizado o en bolívares. Obviamente en Bs es más barato, pero deberás hacer una cola en la que lo más probable es que debas dormir ahí… es difícil de entender, y de hecho yo solo lo entendí cuando lo vi. En este enlace podrás ver el video que grabé en una estación de gasolina cerca de La Boyera, al este de Caracas.
Veo una Venezuela con dos tipos de venezolanos. Hay unos que tienen carros caros y nuevos, cuyas casas están remodeladas y que tienen el poder adquisitivo para comprar todo a precios de Miami y comer en los mejores restaurantes de Caracas. Hay otro grupo, que creo es la gran mayoría, que sobrevive como puede. Dentro de este grupo hay varios sub-grupos: quienes tienen acceso a algunos dólares -como mi familia- y tienen la manera de procurarse alimentos, quienes han tenido la suerte de poder emprender un pequeño negocio o tienen un trabajo que les permite sobrevivir, y quienes no pertenecen a ninguno de los grupos anteriores. Los que fueron olvidados y abandonados en la cuarta y también en la quinta.
Lo que veo es que este gobierno, este socialismo del siglo XXI, que llegó al poder criticando a los gobiernos anteriores por la desigualdad que había creado entre los venezolanos, está haciendo exactamente lo mismo. La clase media sufre, la clase pobre es más pobre, muchos nos hemos ido y otros parecen haber encontrado la gallinita de los huevos de oro.
“Se trata del exhibicionismo de cuotas de poder político, económico y represivo que se han acumulado en el chavismo, pero que, por la conflictividad de años recientes, se ocultaba, y ahora, no sólo se siente cómodo mostrándose, sino que necesita hacerlo como expresión de fortaleza… No es una Venezuela con crecimiento del PIB, con presupuesto para las pensiones, universidades y los hospitales o donde se produce gasolina. Es un darwinismo posmoderno de supervivencia exhibicionista del más delincuente. Esto sólo es normal en un Estado Criminal”